Remontándonos en la historia, es justo decir que en
el Antiguo Régimen la desigualdad jurídica de los miembros de la sociedad era
la norma: nobles y clérigos gozaban de privilegios vedados a la gran mayoría de
la población y era evidente la ausencia de derechos políticos (voto) y
libertades (expresión, reunión, religión). En el caso de las mujeres, a todo lo
anterior se le debía unir su función social circunscrita a lo doméstico y su
subordinación legal al hombre, padre o esposo.
La Revolución Francesa y las demás revoluciones
liberal-burguesas plantearon como objetivo central la consecución de la
igualdad jurídica y de las libertades y derechos políticos. Pero pronto surgió
la gran contradicción que marcó la lucha del primer feminismo: las libertades,
los derechos y la igualdad jurídica que habían sido las grandes conquistas de
las revoluciones liberales no afectaron a la mujer. Los "Derechos del
Hombre y del Ciudadano" que proclamaba la revolución francesa se referían
en exclusiva al "hombre" no al conjunto de los seres humanos. A
partir de aquel momento, en Europa Occidental y Norteamérica se inició un
movimiento, el feminismo, que luchó por la igualdad de la mujer y su liberación.
Durante ese período, el principal objetivo del movimiento de las mujeres
fue la consecución del derecho de voto (nacía así el movimiento sufragista). No podemos negar que gracias
a la influencia del movimiento feminista, se han conseguido logros de
trascendental importancia. Pero, una vez conseguido esto… el movimiento feminista, ha creado un amplio conjunto de teorías
sociales; que han dado lugar a la aparición de disciplinas de estudio como la “historia
feminista” o los “estudios de género”… y es en ese momento donde se
vuelven a marcar las diferencias… las diferencias con los hombres y las
diferencias entre las propias feministas, sirvan de ejemplo todos los
movimientos surgidos enarbolando la bandera de ser los defensores de la mujer:
El feminismo radical
que surge en los años 70, y sostiene que la raíz de la desigualdad social en
todas las sociedades existentes ha sido el patriarcado, la dominación del varón
sobre la mujer, todo ello debido al diferente rol reproductivo. Se centra en
las relaciones de poder que organizan la sociedad, construyendo la supremacía
masculina. Las feministas radicales se proponen derrocar el patriarcado por
medio de su oposición a los roles de género y propugnan una reorganización de
la sociedad. De esta corriente han derivado el feminismo cultural (que tiene como base teórica la existencia y la
valoración positiva de la "cultura femenina") y otras corrientes
feministas radicales.
El feminismo de la
diferencia que nace a mediados de los años 70 en EEUU y Francia… Provenía
de grupos feministas radicales y, con su lema "ser mujer es hermoso",
abogaba por identificar y defender las características propias de la mujer.
Consideran que los hombres son, por naturaleza, agresivos, guerreros y
depredadores, y por tanto, las mujeres no deben entrar en ese juego e intentar
imitarlos. Las teóricas debaten entre ellas, y muchas veces llegan al extremo
de no reconocerse unas a otras como feministas, hay incluso un feminismo diferencialista que relaciona
la identidad femenina con la teoría de los arquetipos de Jung que se
manifiestan a nivel personal (a través de los complejos) y a nivel colectivo
(como características de todas las culturas). El feminismo de la diferencia
tuvo muchas seguidoras en Francia e Italia, donde se desarrolló en torno a la
“Librería de las Mujeres de Milán” (algunos textos de dicha librería fueron
enormemente polémicos, como uno en el que recomendaban a las mujeres no acudir
a los tribunales de justicia en el caso de que sufrieran agresiones, por
considerar que la justicia es masculina). En España la feminista de la
diferencia de más relevancia ha sido Victoria Sendón de León, aunque en la
actualidad pertenece al feminismo
integral (“ser iguales en un modelo de mundo que no nos convence carece de
significado”.)
El feminismo de la igualdad diverge del feminismo de la diferencia,
pues considera que la masculinidad y la feminidad son roles de género
construidos socialmente, con los que hay que acabar.
Considero que todos estos movimientos son una farsa, para quienes nos sentimos mujeres… pues nadie nos tiene que
aclarar lo que somos, no necesitamos estudios sobre nuestro sexo o nuestro
género… sabemos quién somos, nos sabemos fuertes y valientes, ni nos acompleja
nuestro cuerpo, ni lo tenemos que mostrar, los hombres no son piedras en
nuestro camino, son compañeros en la ruta; hay muchas mujeres que defienden su dignidad,
sus cualidades, su trabajo, sus ideales, su familia y a sus hijos aun a costa de un feminismo engañoso que se
quiere imponer en la sociedad.
Me quedo con ese feminismo, que diferencia entre las justas reivindicaciones de los
derechos de la mujer, en función de la dignidad por ser persona, y la
manipulación que busca romper el orden natural.
ROSA
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