Esta es la historia curiosa de una mujer y de una aldea.
Rebecca Lolosoli creció como un miembro de la tribu Samburu, y asistió a la escuela primaria y a la escuela de enfermería, que tuvo que dejar debido a la falta de dinero para pagar los honorarios. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad, comenzó su propio negocio de venta de bienes y empezó a hablar para ayudar a las mujeres que fueron víctimas de violación por parte de soldados británicos, por ello los hombres del vecindario la golpearon. Cuando su marido no protestó por la paliza, ella lo dejó… Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear un lugar de comprensión en la nada, es una defensora de los derechos de la mujer y la matriarca de un pueblo sólo para las mujeres…
Rebecca Lolosoli creció como un miembro de la tribu Samburu, y asistió a la escuela primaria y a la escuela de enfermería, que tuvo que dejar debido a la falta de dinero para pagar los honorarios. A los 13 años de edad fue obligada a casarse con un hombre que le triplicaba en edad, comenzó su propio negocio de venta de bienes y empezó a hablar para ayudar a las mujeres que fueron víctimas de violación por parte de soldados británicos, por ello los hombres del vecindario la golpearon. Cuando su marido no protestó por la paliza, ella lo dejó… Violada y abandonada a su suerte, supo luchar por sus ideales y crear un lugar de comprensión en la nada, es una defensora de los derechos de la mujer y la matriarca de un pueblo sólo para las mujeres…
La Aldea de Mujeres Umoja (que significa “la unidad” en el idioma swahili),
fue creada en un terreno no deseado, en las grandes zonas secas de las
praderas.
Rebecca recorrió las aldeas de los alrededores para hablar a las mujeres de sus derechos, y junto con varias mujeres de Kenia que decidieron abandonar sus hogares, ya que también eran víctimas de la violencia, estableció la aldea de las mujeres. Sus motivos no eran faltos de peso. Todas habían sido violadas por soldados ingleses, abandonadas por sus maridos y desterradas de la comunidad según una ley muy común para este tipo de delito que quiere que la culpable sea la víctima.
Rebecca recorrió las aldeas de los alrededores para hablar a las mujeres de sus derechos, y junto con varias mujeres de Kenia que decidieron abandonar sus hogares, ya que también eran víctimas de la violencia, estableció la aldea de las mujeres. Sus motivos no eran faltos de peso. Todas habían sido violadas por soldados ingleses, abandonadas por sus maridos y desterradas de la comunidad según una ley muy común para este tipo de delito que quiere que la culpable sea la víctima.
Una vez que la nueva aldea estuvo más o menos
construida (un par de docenas de casitas de barro y paja dispuestas en círculo
en lo alto de una colina cercana a la Reserva Nacional de Samburu, una región
de enorme belleza, aunque más o menos abandonada a causa de la sequía y baja
productividad), las mujeres decidieron que allí jamás un hombre sería admitido, excepto los que fueron
criados de niños y siempre y cuando observen las reglas de la aldea y no
intenten dominar a las mujeres. Umoja es de y para mujeres que han escapado de
matrimonios obligados, del ostracismo de la violación o de la mutilación
genital. Se rigen por una serie de reglas autoimpuestas que se basan
en garantizar la igualdad y el respeto mutuo dentro de la comunidad. Lo que empezó como un grupo de mujeres sin hogar en busca de un lugar
donde sentirse protegidas del maltrato, se convirtió en una aldea circular,
delineada de barro y estiércol, dirigida completa y exclusivamente por mujeres
seguras de sí mismas. Se
trata de un santuario donde se decidió que a los hombres no se
les permitiera vivir en su aldea y un refugio de emergencia para mujeres en peligro
en un país donde la mujer es como una propiedad porque forma parte de la dote.
Para mantenerse a sí mismas, además de la venta de
collares artesanales, viven de las ganancias que deja un centro cultural y un
camping cercanos, creado para los turistas que visitan la vecina Reserva Nacional de Samburu. Con los
beneficios que obtienen, han repoblado la zona e incluso han podido contratar
los servicios de varios hombres para transportar leña, un trabajo que en Kenia
corresponde a la mujer, han trabajado para disminuir su dependencia de los
bovinos que mueran o sean robados en tiempos de sequía. Ahora tienen un gallinero, y las
mujeres venden los huevos en un mercado. Además, el dinero se usa
para cubrir gastos médicos y mantener operativa una escuela que cubre tanto a
los niños de la aldea y a los de pueblos de los alrededores, como a las mujeres que
desean aprender a leer y a escribir. Finalmente, compraron la
tierra en la que viven.
El poblado actualmente cuenta con una fama tan
sólida que mujeres de toda Kenia se acercan a él en busca de ayuda o
simplemente consejo. Sus historias varían: algunas son niñas pequeñas que huyeron
de matrimonios forzados con hombres ancianos; otras fueron violadas o sufrieron
abusos; y varias son viudas rechazadas por sus comunidades.
Refugio para las azotadas
y lugar de asesoramiento para viudas sin recursos, la aldea da también cobijo a
las que, como una niña de 13 años, sobrina de la misma Rebecca, deben unirse en
matrimonio con un hombre tres veces más viejo. En esta aldea, prohibida a los
hombres, no hay problemas para las pequeñas, no se las casa con viejos y los
muchachos ayudan a las mujeres en el trabajo. Hoy, medio centenar de mujeres
con sus 150 hijos viven y trabajan en Umoja. Emocionante resultado de la
inteligencia, del coraje y de la determinación, aquello que no era sino un
refugio de mujeres que comenzaban de cero se convirtió rápidamente en un lugar
económicamente viable, próspero, pacífico y feliz.
En un lugar donde los hombres han sido la causa
principal de tantas penurias y, en la mayoría de los casos, el motivo para que
ellas huyeran de sus hogares, es fácil deducir que las víctimas no quieren
tener vínculo alguno con el género masculino. Pero no es así. La mayoría de las
más jóvenes de la aldea planea casarse y tener hijos. Se les permite salir con
hombres de fuera del pueblo y, de hecho, se les anima a que así lo hagan. Judy, una
aldeana de 19 años que hace cinco huyó de un matrimonio arreglado con un hombre
polígamo mucho mayor que ella, planea casarse algún día. Sale con hombres de
fuera de la aldea, lo que no solo es permitido sino también alentado por las
habitantes de más edad, y cría a un bebé de 6 meses llamado Iván. Cuando se
case dejará Umoja para irse a vivir a la aldea de su esposo. Pero, hasta
entonces, es feliz aquí.
La diferencia es que estas mujeres quieren casarse y formar una familia en sus
propios términos.
En 2.005 una mujer fue
asesinada en Umoja. Desde entonces, la aldea tiene vigilancia nocturna.
Rebecca ha sido elegida varias veces como presidente de la aldea y es también presidente de la sección local de la Organización Wanawake Ya (MYWO), un grupo sin fines de lucro, voluntarios que trabajan para mejorar las vidas de mujeres y jóvenes en Kenia. Recibió el Premio al Liderazgo Global de Vital Voices en 2.010 y sigue luchando por el derecho de la mujer a tomar decisiones, poseer la tierra y manejar un negocio, trabaja sin descanso para poner fin a las prácticas y a la violencia contra la mujer.
Rebecca ha sido elegida varias veces como presidente de la aldea y es también presidente de la sección local de la Organización Wanawake Ya (MYWO), un grupo sin fines de lucro, voluntarios que trabajan para mejorar las vidas de mujeres y jóvenes en Kenia. Recibió el Premio al Liderazgo Global de Vital Voices en 2.010 y sigue luchando por el derecho de la mujer a tomar decisiones, poseer la tierra y manejar un negocio, trabaja sin descanso para poner fin a las prácticas y a la violencia contra la mujer.
ROSA
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